En cuestión de segundos la paz que tenía en ese momento se convirtió de nuevo en un tsunami emocional, mental y físico. Días sin dormir, de hacer números, planificar, medir, calcular, soñar, imaginar, proyectar, visualizar etc. Para al final decir NO desde un lugar desconocido para mí, mujer emprendedora, autoexigente y perfeccionista que siempre observa en ella esa parte de su mente inferior que siempre quiere más, que nada le parece suficiente, que siempre podría mejorar: “menos mal que existe el SER “dentro de nosotros para poder gestionar, ordenar y sanar todo el caos que crea nuestro ego.
Todo esto me ha servido para darme cuenta como esa parte de mí que, sin apenas disfrutar del éxito adquirido en el primer año de la sala, ya quería más. Como mi ego se estaba alimentando a sí mismo y engordando de una manera vertiginosa, al querer un lugar más grande para multiplicar el éxito. Me doy cuenta que mi personalidad, ese ego disfrazado de Silvia, ha tomado las riendas de mi vida la mayoría de las veces, metiéndome en conflictos y situaciones muy difíciles, arrastrándome, identificándome tanto con él, que durante años creí ser todo lo que pensaba y lo que sentía. Cada vez que mi yo inferior creaba una realidad yo actuaba como un robot, con esa capacidad innata que tengo de poner toda mi atención en aquello que quiero, para llevar a cabo todo lo que mi imaginación podía soñar. Sin darme cuenta del sufrimiento que todo eso iba a generar en mi vida hasta que ya no tenía solución.
Pero esta vez fue distinto, de nuevo el yoga prendió la luz en mi vida, y en especial la magia de meditar, abriendo ese camino hacia la meditación donde Ego y Ser son dos estados diferentes, donde uno utiliza el pensamiento y el otro la consciencia, donde uno hace y el otro observa. Y así es como en medio de ese nuevo proyecto, surgió una voz dentro de mí que gritaba “Espera Silvia”. Y al escucharla mi voz grito un NO es el momento ni el lugar ahora. Después volvió la calma y me dejé mecer por ella, volvió el sueño, la paz, la alegría, la felicidad. Entonces sentí la gran fuerza de voluntad interior de volver a centrarme en mi pequeño bosque y el gran amor que producía en mí ser parte de esta sala. Supe sin ninguna duda que había experimentado esa otra parte que habita dentro de nosotros el SER.
Sé que es difícil la primera vez que escuchas que no somos sólo el Ego, sino que además también existe el ser dentro de nosotros. Muchas corrientes filosóficas sólo hablan de la personalidad, del ego y no mencionan al ser, pero la ciencia de la meditación habla de estas dos entidades habitando dentro de nosotros al mismo tiempo. Ninguna de las dos es mejor que la otra, ambas necesarias para tener una experiencia humana siendo un ser espiritual como somos. El ego es esa parte compuesta de tu cuerpo físico, tus emociones y tu mente inferior, el SER es ese testigo que sólo observa, que tiene la voluntad de dirigir el pensamiento y la respiración para poder poner orden y equilibrio en todo el caos que genera tu ego.
No tienes por qué creerte nada de lo que te cuento y es más, te pido que no te creas nunca nada que no puedas experimentar por ti mismo. Todo esto es parte del camino de la meditación, hacer de tu práctica meditativa el campo donde experimentar todo esto. Yo he tenido la suerte de poder sentir esos dos personajes dentro de mí, uno tirando hacia un lado caótico y el otro caminando hacia el lado opuesto, atestiguando, ordenando, gestionando todo el desequilibrio que se estaba generando el ego dentro de mí.
Puedes utilizar algo tan sencillo como cambiar la expresión “la vida es así o yo soy así” por “esto es lo que interpreta mi ego “.
Todo esto no quiere decir que nuestro bosque no quiera crecer, que por supuesto lo hará siendo más frondoso si cabe, pero será en el momento adecuado cuando mi Ser haya sanado todo el caos creado por mi ego.
¿Y tú quién crees que eres?
Paz y bien